El gradual desembarco de clubes de soccer en nuestro amado deporte está trayendo consigo un cambio en el paradigma del futsal. Esta llegada, unida al crecimiento en el seguimiento del deporte y a las redes sociales, está plagada de cosas buenas, pero también trae otras muchas consigo que no lo son tanto. Una de esas consecuencias es la «soccerización» de determinados sectores de aficionados.
¿Qué es la «soccerización»?
Quizá, antes de continuar con el asunto en sí, convendría explicar a lo que me refiero con este término. Con él, pretendo referirme a la radicalización en algunos grupos de animación que están pasando de ser lo que su nombre indicaba a grupos «ultra» con sus actuaciones tanto en los pabellones como fuera de ellos.
Este hecho, unido al defender a nuestro equipo hasta niveles que rozan lo irracional, está haciendo que se pierda una de las grandes señas de identidad de nuestro deporte: la concordia entre aficiones.
El supuesto anonimato que nos brindan las redes sociales tampoco ayuda. Amparados en la seguridad de estar ante una pantalla y no ante el protagonista, hay personas que se vienen arriba y, lo que en un principio puede parecer una simple crítica, pasa a ser un ataque en toda regla.
Hasta tal punto llegan algunas de estas actuaciones de estas personas, que los destinatarios de las mismas deben bloquear a esas personas, cosa nada común en nuestro deporte, y llegan incluso a eliminar sus cuentas en redes, alejando así a los aficionados de los protagonistas del deporte.
¿Qué podemos hacer ante esto?
Como aficionados al futsal, nos toca hacer varias cosas. La primera de ellas es acoger a los recién llegados que, no nos engañemos, están aquí para quedarse, y ser una guía para ellos. Todos hemos llegado por primera vez a un pabellón y, en un momento u otro, hemos tenido a alguien al lado que nos ha hecho entender su particular idiosincrasia. Ese que le hace tan especial. Tan diferente.
La segunda, y quizás la mas difícil, es educar a esos recién llegados. Necesitamos hacerles entender por qué su actitud no lleva a crecer al futsal sino todo lo contrario. Que lo verdaderamente especial del futsal es el poder disfrutar de él, en el pabellón que sea. Con la camiseta del equipo que te da la gana. Poder tomarte una cerveza con aficiones «rivales». Sacarte una foto con ellos a la salida del pabellón y comentar el partido entre risas.
Y la tercera, seguir disfrutando del deporte. Con sus polémicas. Con sus partidos emocionantes y con los aburridos. Con sus grandes jugadas. Con sus grandes paradas. Pero, sobre todo, con su gran deportividad. No dejemos de animar a los nuestros y, tampoco, de alabar a los rivales cuando lo hacen bien. Así, y solo así, a través del ejemplo, haremos crecer al fútbol sala hasta colocarlo donde se merece.
Autor: Rubén Robles (twitter: @MrRobles21)