Se define resiliencia como el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras.. Seguro, estimado lector, que al leer esta definición se le ha venido una imagen, y no necesariamente en el ámbito deportivo: un familiar, amigo o compañero de trabajo al que, porqué no decirlo, se admira en secreto por su capacidad para luchar contra las inclemencias y salir de ellas con éxito.
Volviendo al deporte, y más cuando hablamos del máximo nivel, no son pocos los casos de superación y persistencia que conocemos. Hoy venimos a hablar de uno de estos casos, una jugadora que ha superado escollos, una y otra vez, pese a su juventud. Como en la fábula, una piedra en el camino no tiene porqué ser necesariamente un obstáculo; también puede suponer una oportunidad. Y nuestra protagonista es una de esas personas que, en lugar de rodear la piedra, la agarra fuerte con ambas manos. Y vaya si había oro debajo.
Hablamos de Candela Soria López, orensana de 24 años que ha pasado por una serie de situaciones que ni algunas jugadoras ya retiradas han acumulado en su vida deportiva; Candela, una y otra vez, se ha sobrepuesto hasta convertirse en una de las sensaciones de este tramo inicial de liga. De la pívot conocíamos su capacidad para rendir en la pista, pero además estos días además hemos podido conocerla un poco mejor fuera del 40×20 gracias a que se pasó por nuestro podcast y canal de YouTube. Ahí fue donde conocimos a la persona, una joven con las ideas muy claras, agradecida con quien le ha ayudado a estar donde está, que supo priorizar sus estudios y ha conseguido no solo volver donde estaba (ya no en el equipo, sino en la primera línea) sino hacerlo más fuerte y con un título universitario bajo el brazo.
Pero, para quien no entienda tanta alabanza, hagamos un sencillo repaso.
¿Quién es Candela Soria?
Candela llegó con 11 años a un club en el que no es infrecuente ver a jugadoras debutar a una edad muy temprana: Cidade As Burgas. La orensana sería una de ellas, debutando en Primera con apenas 15 años. Cuatro después, con 19 recién cumplidos y recuperándose de una rotura de cruzado que ha truncado muchas carreras profesionales en gente joven que prometía mucho antes del infortunio, fichó por el eterno rival: Ourense Envialia. Candela demostraba madurez al dar el salto al “enemigo”, muy joven y con una recuperación complicada aún pendiente.
Tras una primera temporada en blanco y dos posteriores en las que sí pudo competir, la cabeza dijo basta. Se encontraba estudiando INEF en A Coruña y jugando en Ourense; comprendió que era inviable seguir estudiando en una ciudad y entrenando en otra, o lo que es lo mismo, hacer 350 kilómetros de ida y vuelta. Por eso tomó una decisión valiente, marcharse de un equipo que venía de competir en los playoffs por el título a otro que alternaba Primera y Segunda División: Viaxes Amarelle, equipo coruñés.

En la ciudad herculina no solo completó sus estudios, sino que compitió durante dos temporadas en las que afrontó (en la primera temporada) un duro descenso, certificado en una promoción que empató Joventut d’Elx a falta de un minuto y sentenció otro en la prórroga. Lejos de abandonar el barco, y pese al riesgo evidente de bajar un peldaño en la élite, Candela asumió la responsabilidad de devolver al club coruñés al primer plano deportivo.
Por si fuera poco, tuvo que adaptarse a una posición que le era desconocida hasta ese momento. Jorge Basanta vio cualidades en Candela para abandonar la banda y jugar de espaldas. Con vídeos de Dany (Pescados Rubén Burela) y Ferrao (Barça), la orensana aprendió los automatismos de un puesto tan específico como es el pívot, adquiriendo los movimientos propios a quien juega del espaldas a su objetivo, con su entrenador corrigiéndola y ella aprendiendo, demostrando que era buena estudiante no solo en la universidad, sino también en la pista. En su única temporada en Segunda, Candela la rompió: fue la gran artífice del ascenso, con 49 tantos.
Se da la circunstancia curiosa de que Candela dio una entrevista al club, cuando se oficializó su fichaje, un ya lejano 12 de agosto de 2020. Al ser cuestionada por si conocía al que iba a ser su nuevo entrenador y gran artífice del cambio, Candela admitía no conocerle con anterioridad, pero dejaría una frase que sería premonitoria: “Su metodología de trabajo me parece atractiva y motivadora; tengo muchas ganas de experimentarla y sobre de todo de aprender cosas nuevas”. Lo que seguro ni ella misma sabía, era hasta qué punto estaba en lo cierto.
Un año para enmarcar que le valió el regreso a la élite, no con Amarelle, sino de nuevo en Ourense. El equipo del que había salido por estudios y al que volvía una vez finalizada la carrera, con vistas a desarrollarse profesionalmente y estudiar en un futuro cercano un máster. La joven estudiante se había convertido en una mujer nueva, titulada y convertida en una pívot dominante.
En su nuevo rol, se ha convertido en imprescindible para su entrenadora, Raquel Mondoruza, y bajo su batuta suma seis goles en solo cuatro jornadas (tienen el partido precisamente ante Joventut d’Elx, verdugo de Candela dos años atrás, aplazado) y otros dos en el encuentro copero ante Eixample. Ocho tantos en cinco partidos. Y lo hace además enfrentándose a varios de los mejores equipos de la categoría, como son Burela o Torreblanca.
Pero eso no es todo…
Porque Candela ha superado mil vicisitudes hasta llegar donde está. Hemos hablado de un cambio de equipo al eterno rival, otro por estudios y un cruel descenso de categoría. Hemos hablado de una rotura de cruzado en pleno desarrollo profesional y físico. Y hemos hablado de un cambio de posición. Pues todavía hay más.
¿Recuerdan el caso de una chica con problemas de audición a la que le prohibieron un partido jugar con el audífono? Efectivamente, fue ella.
Nos remontamos a octubre de 2019. Ourense Envialia visita la pista de UCAM Murcia. Candela se coloca su audífono como lleva haciendo toda la vida. La jugadora padece una pérdida auditiva de casi el 50% en ambos oídos desde los cuatro/cinco años, y necesita al menos un audífono para seguir las instrucciones del partido de su entrenador (en aquel momento era Morenín, actual técnico de Melilla Torreblanca) o de sus propias compañeras. Pero los árbitros ―González Blaya y Nicolás Navarro― le dicen que no: o te quitas eso (por seguridad, alegan) o no juegas.
Nadie entiende nada. Candela ha jugado siempre con el pequeño aparato (el cuál sujeta además con cinta para evitar que se caiga durante el partido) y nunca hasta ese momento había tenido que renunciar a él. Como ella misma reconocería al diario Marca, la situación estuvo cerca de sobrepasarle: “Se me pasó por la cabeza no jugar, pero gracias a mis compañeras y al cuerpo técnico, decidí intentarlo”. Y no solo jugó, sino que fue clave: anotó el tercer gol de su equipo, en un partido que se resolvió por 2-3 a favor de Ourense y que ella misma reconoció jugar insegura: “no sabía lo que pasaba, sobe todo detrás de mí, no escuchaba las indicaciones desde el banquillo”. Su respuesta fue darle los tres puntos al equipo y tomar una decisión más que muestra la resiliencia y la capacidad de superación de Candela: entrenar un día a la semana sin audífono.

Afortunadamente tan curioso entrenamiento no fue necesario porque, pocos días después, la propia RFEF emitió una autorización a la jugadora por la cuál se le permitía seguir utilizándolo en cada encuentro. ¿Qué hizo Candela después de aquello? Ella misma lo contó en La Voz de Galicia: “Me gusta acabar lo que empiezo. Ahora sin la presión de aprender obligatoriamente a jugar sin audífono, supongo que todo irá mejor”.
¿Alguien, a estas alturas del relato, tiene dudas de que Candela es un ejemplo a seguir en todos los aspectos?
Foto principal: @OuEnvialiaFSF
Autor: Dani López (@danifutsal6)