F.E. Sala10 femenino: en defensa de las mujeres

Partido del Trofeo Ciudad de Zaragoza. Por un lado Fútbol Emotion Sala 10. Enfrente, Sala Zaragoza. Pitido inicial del encuentro y las jugadoras del Fútbol Emotion deciden quedarse quietas, durante unos segundos, plantadas en su sitio y sin intención alguna de entrar a participar en el juego.

Dudo que esta escena le resulte ajena a cualquier persona que siga de forma habitual este deporte que tanto amamos. Son muchísimas las ocasiones en las que hemos visto a jugadores o jugadoras permanecer inmóviles durante el inicio del encuentro. Siempre como una forma de reivindicación, siempre con la intención de hacerse oír, de dar visibilidad directa a aquello por lo que luchan. Es por ello que resultaría prácticamente absurdo pensar que semejante comportamiento por parte de un quinteto inicial en pleno se deba a un despiste, como si por un momento las cinco mujeres que están en la pista se hubieran olvidado de cuál es su cometido allí, cómo funciona el deporte que practican o en qué consiste el juego del fútbol sala.

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Aunque debería ser obvio el porqué de su actitud, las rivales no debieron (o no quisieron) entenderlo, pues Sala Zaragoza aprovechó la actitud reivindicativa de las blanquiazules para, sin obstáculos en su camino al área contraria ni nadie que opusiese resistencia, anotar el primer gol del partido.

¡Ah! Se me “olvidaba” comentar por qué las jugadoras de Sala 10 se manifestaban. Pues bien, las jugadoras de Fútbol Emotion no querían disputar este encuentro sin mascarilla porque el último test al que se habían sometido se remontaba a más de una semana atrás, de cara precisamente a este mismo encuentro, el cual fue suspendido, por un positivo en el staff técnico de Sala Zaragoza. Habiendo pasado tantos días desde las últimas PCR, vieron lógico protegerse mediante el uso de mascarillas, y así solicitaron al equipo rival que actuasen de igual forma. Pero Sala Zaragoza se negó a ello, poniéndose en peligro a ellas mismas y a las rivales. De ahí la protesta que acometieron en los primeros segundos del partido las jugadoras de Fútbol Emotion.

Las jugadoras de Sala10 reclamaban conciencia por parte de sus compañeras y rivales, para que se considere el uso de mascarillas en los partidos como última opción posible de protección ante la pandemia de la Covid–19. Un manifiesto que no fue respaldado por las rivales.

Imagen del partido entre Sala Zaragoza y Futbol Emotion Zaragoza

Y por eso, sin pretender que esta columna de opinión se convierta en un voraz descuartizamiento de un equipo cuya actitud ha sido más que criticable, necesito reflexionar (y, si me lo permite, hacer reflexionar) sobre por qué la causa que reclamaba Fútbol Emotion Zaragoza debería ser la causa de todos. Sobre por qué la falta de solidaridad de Sala Zaragoza va más allá del juego sucio.

Si nos ciñésemos estrictamente a lo que el fútbol sala como deporte se refiere, podríamos hablar de una falta de fair play que se aleja totalmente de lo que viene a ser habitual en este deporte, el cual siempre se ha caracterizado por manifestar unos valores alejados de otras modalidades deportivas como el fútbol, ese mal llamado deporte rey del que demasiada gente cree que “bebe” el fútbol sala, cuando no hay nada más alejado de la realidad. Un deporte donde el respeto al rival, el juego limpio y la fraternidad suelen hacer gala partido tras partido. Un deporte que ha colmado portadas y titulares de gestos ejemplares que manifiestan la humildad de la que se parte.

Tuit publicado por Sala Zaragoza, posteriormente eliminado en un comunicado del club donde admitían que había sido un error su publicación por el desconocimiento de la situación.

Puede que sea precisamente por eso, que gestos como el vivido en Zaragoza este fin de semana, nos llamen tanto la atención (en el peor de los sentidos). Pocas formas más absurdas de manchar este deporte se me ocurren. Pocos procederes más ridículos para ensuciar el nombre de tu propio equipo. ¿Qué consiguió Sala Zaragoza con esta actitud? Más allá de la victoria que se llevaron del Pabellón Siglo XXI, ¿les ha compensado su manera de proceder?  

Son incontables las críticas que durante estos días he podido encontrar en redes sociales en torno a este suceso, pero me llama la atención cómo casi todas ellas se quedan en lo meramente deportivo. No me sorprende, no lo critico y no me molesta. Pero creo que es necesario que intentemos mirar un poco más allá, que profundicemos en lo que suponen unos hechos tan faltos de solidaridad y empatía.

No es solo un problema deportivo

No hablaré aquí de sistemas patriarcales en la sociedad e intentaré ceñirme a lo deportivo. Las mujeres, una más de las tantísimas veces, se ven reducidas a la mínima expresión en lo que a derechos y deberes se refiere. Las entidades deportivas responsables (y no entro a analizar quién tiene más o menos responsabilidad, porque creo que todos son, de alguna manera, parte del problema y de la solución) han vuelto a olvidarse de que el correcto funcionamiento de la competición pasa por proteger y cuidar a sus participantes. El fútbol sala vuelve a olvidarse de sus jugadoras, y mientras vemos como en los equipos masculinos se realizan test de control de Covid―19 cada semana, los equipos femeninos se las ven y se las desean para poder acceder a la realización de estas pruebas con cierta asiduidad. Así, las propias jugadoras deben sacarse un as de la manga para encontrar la solución a semejante situación, para poder protegerse del virus, mientras desempeñan su labor en la pista.

Y ante esa manera de buscarse la vida creo que lo menos que deberían encontrar es el respaldo de las rivales quienes, no deberían olvidarse, se encuentran en la misma situación. No apoyar a tus compañeras de profesión, cuando solo buscan la manera de protegerse y poder estar seguras de no pillar el maldito bicho, es vender a tus compañeras, y ponerse de parte de todos aquellos que defienden la igualdad de oportunidades y capacidades del deporte femenino frente al masculino, pero que no se preocupan de que esta igualdad se cumpla.

Las jugadoras del Fútbol Emotion Sala 10, de alguna manera, pretendían visibilizar la desprotección a la que se ven sometidas, crear conciencia entre compañeras, espectadores y autoridades, reclamando algo de seguridad dentro de la pista. Probablemente pocas cosas haya más incómodas que practicar deporte de alto rendimiento con una mascarilla asfixiando tus vías respiratorias, pero no les queda otra opción si quieren asegurarse de estar medianamente protegidas. Y mientras no se endurezcan los protocolos, se facilite el acceso a test a los clubes y se muestre compañerismo por parte de todos los equipos, probablemente siga siendo la única opción segura.

Una causa común no compartida

Lo que piden no es un capricho, sino una necesidad, y es incomprensible que sean sus propias compañeras de profesión quienes no apoyen esta causa. Dejando de lado la falta de flair play a la hora de sacar ventaja en el marcador durante la protesta de las blanquiazules, quiero destacar la falta de sororidad de la que hemos sido testigos.

La RAE define “sororidad” como la relación de solidaridad entre mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento. Yo dejaría de lado el final de esta acepción, pero es necesario dejar claro que la sororidad ha de ser la solidaridad entre mujeres, especialmente en la lucha por sus derechos básicos. Y los derechos básicos de una jugadora de fútbol sala deben ser los de poder desempeñar su labor con seguridad y protección ante un virus que asola el mundo o ante cualquier otra circunstancia.

Por ello, la causa que defendía Fútbol Emotion Sala 10 es la causa de todos y todas. De todas las jugadoras de todos los equipos de fútbol sala, porque el logro de una será el logro de todas. Porque unidas son más fuertes. Porque los derechos individuales se pelean de forma colectiva. Y no deberíamos mirar nadie hacia otro lado. No debemos quedarnos con eso de “vaya, juego sucio, qué mal”. Hemos de ir más allá y ver lo que de verdad importa: Fútbol Emotion Sala 10 ha intentado luchar por el bien común, y debemos apoyar su lucha.

Las jugadoras, apoyando su reclamación, teniendo la misma conciencia ante la pandemia y, por descontado, no sacando ventaja numérica de su protesta. Los espectadores, aplaudiendo su gesto y reclamando que se las escuche. Y quienes, de alguna forma, podemos darle voz a este tema, haciendo precisamente eso: colocando la lupa en el quid de la cuestión, apuntando en la dirección a la que debemos mirar, dando altavoz a su proclama y censurando a quienes no acompañan en la lucha por sus derechos.

Y merecen que así sea. Porque Fútbol Emotion Sala 10 no ganó el encuentro del sábado, pero se ganó el respeto de muchos aficionados al fútbol sala, por la lección de conciencia ante la pandemia que nos dieron a todos. Y, personalmente, estas chicas se ganaron mi respeto, porque lucharon por sus derechos individuales y, con ello, por los derechos de todas las jugadoras, incluidas las de Sala Zargoza. Porque su acto, aunque su rival no supo verlo, fue en defensa de las mujeres.

Imágenes: sportaragon.com y elperiodicodearagon.com

Autora: Noemí Carbonell (Twitter: @noe_tdl)

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