Se encienden las luces y se hacen las pruebas de sonido. Se pule el parqué, se revisan las redes, los banquillos. Los utileros colocan la ropa en los vestuarios, las taquillas apuran la venta de entradas y en las puertas de acceso se cortan las entradas y revisan los abonos. La gente ocupa su asiento y espera ansiosa el comienzo del encuentro. Se jalea a los jugadores, se aplauden a los entrenadores valientes, pero un colectivo siempre sale vilipendiado: los árbitros. En Futsal Corner queremos dar voz a todos los protagonistas del juego. Por ello no podíamos olvidarnos de los “culpables” de lo malo que sucede en el 40×20, y por eso hoy nos tomamos un café con Múnez Carpintero, árbitro de Primera División.
Carlos Múnez Carpintero, un “madrileño de toda la vida” como él se define, afincado en Villalba (Madrid), decidió que quería ser árbitro a los once años. Este árbitro, de 41 años, adscrito al colegio madrileño, en activo desde 1992 y que lleva dirigiendo quince temporadas en Primera, ha dirigido la final de la Copa del Rey de 2014 que disputaron FC Barcelona Lassa y ElPozo Murcia y participó en la Copa de España de 2017. En Futsal Corner queremos dar voz a todos los protagonistas del juego, por eso hemos hablado con él para saber de primera mano cómo se vive el fútbol sala desde el “lado oscuro”.
Pregunta: Empezaremos de una forma muy poco original… Hábleme de sus orígenes. ¿En qué momento decide ser árbitro?
Respuesta: Lo mío es vocacional. Desde los once o doce años recuerdo que un compañero y yo echábamos a correr por llegar el primero al gimnasio, no porque no queríamos ser porteros, como los demás niños, sino para que el profesor nos diese el silbato.
P: Y echando la vista atrás, ¿qué evolución ha seguido, desde aquellos primeros pasos hasta hoy día?
La experiencia lo es todo. Ahora es más difícil tener un problema en un partido de Tercera donde todos te conocen y lo controlas mejor, que cuando tenía veinte años y sacaba 10-12 tarjetas, creyendo que así lo tendrías más controlado. Ahora puedo terminar partidos sin una sola tarjeta.
P: ¿Cree que la base está desprotegida? ¿Falta apoyo de las territoriales?
R: Habría que realizar un mayor seguimiento, una tutorización a esa gente que comienza: ver cómo evolucionan, implicarles en el comité de árbitros… No pasa siempre. Creo que aquellas territoriales que dependen del fútbol se nutren de él para crecer. Madrid está separada y por eso tenemos el problema. Antiguamente había ocho árbitros de la madrileña en Primera y ahora apenas somos cuatro, hemos perdido a los dos internacionales que teníamos…
P: Sin duda son el colectivo eternamente criticado, siempre bajo la sospecha. ¿Es más importante la preparación física o mental?
R: Desde la grada llegan auténticas barbaridades. Si un día pusieran micrófonos en las gradas… (hace un gesto significativo con la cabeza). Tienes que estar preparado físicamente para que no te afecte mentalmente. Si llegas justo al final del partido, vas a tomar peores decisiones. Hoy día la exigencia ha aumentado y llegamos mejor preparados para aguantar la presión ambiental.
P: ¿La concentración antes de un partido es siempre la misma?
R: Aunque se diga que debe ser la misma, no es real. Aunque tienes que sacar adelante cualquier partido, tu mente está mucho más responsabilizada en un partido importante. Si le preguntas a un jugador como Carlos Ortiz, por ejemplo, por cómo está antes de un partido ante O Parrulo, con todo el respeto, no tendrá el mismo nivel de concentración que en una final del Europeo contra Rusia.
P: ¿Sigue algún ritual? ¿Alguna manía?
R: Personalmente no, pero sé de compañeros que se llevan al pabellón hasta la plancha.
P: No me lo puedo creer.
R: Es un compañero y amigo de Cádiz, no voy a dar más pistas (risas). No le he visto pero me han dicho que se lleva la plancha. Le gusta ir de punta en blanco (más risas). Otros son más clásicos, como entrar con un pie determinado… Personalmente, salvo llegar muy pronto a los sitios, no tengo manías.
P: ¿Y se prepara de alguna manera especial para un partido de Copa o una final? ¿Piensa en el partido desde que se levanta, o intenta despejar la mente?
R: Desde el mismo día no, desde que te designan para ese partido quince días antes. Tu mente ya está focalizada en esa responsabilidad desde el momento en que sabes que pitarás un encuentro tan importante.
P: Y una vez que acaba el encuentro, ¿es de los que busca si se ha equivocado? ¿Intercambia mensajes con compañeros?
R: Actualmente, con las redes sociales, el WhatsApp y sus veinte mil grupos, después de cada partido te encuentras comentarios diciendo “eso no era penalti”, “eso lo has pitado mal”… Por fortuna no soy de dar muchas vueltas. Si me he confundido es porque lo vi así en directo, aunque luego me guste quedarme por la noche a ver la repetición. Me busco las jugadas concretas y analizo qué ha podido fallar. Siempre busco la mejora.

P: Usted hace pareja arbitral habitualmente con Martínez Segovia, aunque le hemos visto impartir justicia con Navarro Liza, Gómez García o Moreno Durán. ¿En qué influye el cambio de compañero?
R: Con Martínez Segovia son muchos años arbitrando juntos, nos comunicamos con una mirada. A mí me gusta tener pareja fija, no me gustan esas territoriales donde tienen tres y los van alternando. Se pierde esa complicidad. Ahora está de baja (tiene una fascitis plantar que le ha impedido arbitrar desde enero) y de ahí que haya cambiado de pareja. Con mis compañeros madrileños hay confianza, pero con Navarro Liza, más allá de algunas pruebas físicas, no habíamos hablado prácticamente nunca.
P: Esa rotación de parejas, ¿ha podido influir en los fallos que estamos viendo especialmente este año?
R: Creo que es circunstancial. Precisamente los más criticados son mis compañeros de Madrid, y sin embargo forman pareja fija desde hace mucho tiempo. Hay un sector que está siendo especialmente duro, por más que estén teniendo una mala temporada, que lo saben.
P: Entonces… La famosa nevera, ¿existe?
R: Nadie dice nada, pero todos lo sabemos.
P: Lleva quince años en Primera. ¿Qué jugador veía de antemano y pensaba “menuda tarde me va a dar”?
R: (piensa un momento) Kike Boned. Te lo hacía pasar mal en pista pero te obligaba a dar el 110% porque siempre iba un punto por delante. Nunca tuve un problema con él, pero protestaba todo lo que pasaba en pista. Nunca protestó por algo inexistente. Me gustaba pitarle porque sabía que ese día yo estaría totalmente centrado.
P: Para finalizar, ¿qué le diría a ese chico que quiere empezar pero le aconsejan que no lo haga, o tiene miedo por los insultos que se viven diariamente?
R: Es fundamental la educación desde la base, empezando por los padres. Yo no tengo ninguna instrucción para suspender un partido por un insulto, como sí lo hay en fútbol. Aún así, si esto pasa en un partido de benjamines, yo paro el partido, porque considero que es lo más lógico.
Hablé con el juez único de competición pero me dejó claro que si yo suspendo un partido él no tiene base para que el partido se vuelva a celebrar. Falta ese apoyo desde la propia federación, que establezca un protocolo de actuación para casos así. Es una labor de todos: padres, clubes, estamentos políticos, árbitros…
Si alguien quiere ser árbitro y me pide consejo porque quiere dejarlo le convencería para que siga porque, pese a todo, es muy bonito.
Autor: Dani López, director de Futsal Corner (en twitter: gremplu)
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